Evidentemente no vamos a cocinar a 500ºC, para ello tendremos que esperar un poco. Así que una vez que se ha consumido toda la leña, y que solo quedan brasas, es el momento de comenzar.
Retirar todas las brasas hacia los laterales del horno, de forma que el centro quede libre para poner los recipientes: pucheros, cazuelas, asadores, etc. Los mejores son los de Barro refractario aunque se pueden utilizar otros que aguanten bien las altas temperaturas.
En esta fase, y una vez metida la comida, sí que es importante cerrar el tiro, y que no se abra la puerta muchas veces, porque la temperatura bajaría rápidamente.
Los hornos de leña conservan muy bien el calor. Por ejemplo, si lo habéis utilizado para hacer pan la temperatura es 240ºC durante 45 – 60 min. Después a medida que desciende la temperatura se puede asar carnes, pescados cuando desciende más (a 140º C) se puede hacer repostería. Por último, cuando ha descendido a 100ºC se pueden hacer guisos de cocción lenta por ejemplo, legumbres. Preparamos la receta, introducimos en el horno y al día siguiente ya tendremos preparado un guiso espectacular. Para muchos este tipo de guisos es la estrella en lo que a la utilización de un horno de leña se refiere.